Entre 2006 y 2008 el desequilibrio monetario originado por la indisciplina fiscal, pudo manejarse a un alto costo, dada la elevada proporción de divisas petroleras utilizadas por el BCV. Pero, ya, a comienzos de 2009, el ingreso de divisas petroleras resultaba insuficiente para sustentar al mercado oficial, produciéndose así la intensificación de las operaciones en el mercado de permuta, el cual ampliaba su cobertura y reflejaba alzas no controladas en la cotización de la divisa. A fines de 2009, se dan a conocer irregularidades en el sistema financiero nacional, y se produce una sucesión de bancos intervenidos, bancos cerrados, creación del Banco Bicentenario con la plataforma tecnológica y clientes de distintos bancos privados dados de baja, casas de bolsa intervenidas la cuales participaron intensamente en el mercado de permutas y la compra – venta de títulos públicos.
Se dio marcha así a un conjunto de acciones de desintermediación financiera, a través de una represión financiera hacia algunos objetivos en la banca y en operadores de las finanzas, tanto del lado oficial y como del privado: depósitos oficiales en bancos insolventes relacionados con factores del gobierno, con los cuales se financiaban operaciones de permuta.
Se develó así un entramado en donde convivían un sistema cambiario inviable, junto con un negociado con fondos públicos y privados en el cual participaban factores vinculados al gobierno y el sector privado.
En enero 2010, se adoptaba una nueva devaluación de la moneda, en el mercado oficial, con lo cual se daba paso al surgimiento de dos tipos de cambio (Bs. 2,60 y 4,30 por US$). Esta devaluación resultaba insuficiente, ya que existía un desequilibrio monetario, no superado, debido a la renuencia al ajuste fiscal y endurecimiento de la política monetaria, y por la inconsistencia del ingreso de divisas petroleras, a principios de 2010. El mantenimiento del mercado libre de permutas sin modificación normativa quedaba implícito, en el contexto del revuelo causado sobre el sistema de las casas de bolsa por los efectos de la crisis financiera parcial evidenciada en diciembre del 2009.
En Mayo, la Asamblea Nacional realiza una nueva intervención en la materia cambiaria, efectuando una modificación de la Ley de Ilícitos Cambiarios.
Las operaciones con divisas, entre Enero y Mayo 2010, se han desenvuelto con la intervención de dos mercados de divisas y la utilización de tres tipos de cambio
El mercado oficial, administrado por CADIVI y BCV, en el cual conviven los dos tipos de cambio fijos ya mencionados (Bs. 2.60 y 4.30 por dólar americano). Dicho mercado refleja un exceso notorio de demanda que conduce a un virtual racionamiento no declarado de divisas, junto a la depreciación del tipo de cambio del mercado libre de permuta, ampliándose la brecha entre las dos cotizaciones.
El mercado de permuta atiende, deficientemente, la demanda no satisfecha del mercado oficial, así como los demás componentes de demanda que nunca han sido reconocidos, ni atendidos por CADIVI. Allí también se pone de relieve una situación de exceso de demanda que provoca un alza sostenida del precio de la divisa, originando un grado de subvaluación desproporcionado en el valor externo de la moneda, muy difícil de soportar para el sistema productivo y las personas. El Banco Central también interviene mediante la colocación de bonos en moneda extranjera ("bonos cambiarios venezolanos"), en cantidades superiores a los US$500 millones, con unos precios difíciles de sostener, sin lograr alguna influencia sobre el tipo de cambio de permuta y, además, ha representado la venta forward de reservas internacionales (90 días), a un precio insostenible (del orden Bs. 5 por dólar), dentro de un proceso que ha sido discontinuo, sorpresivo y realizado con muy poca transparencia. Como consecuencia de todo ello, el BCV ha reducido sus reservas internacionales y los particulares han aumentado sus tenencias de activos financieros en moneda extranjera, mientras que el mercado de permuta ha quedado virtualmente a la deriva. Varias fuerzas han venido incidiendo para que los desarreglos del sistema cambiario se hagan más notorios.
La política fiscal, parafiscal (FONDEN, PDVSA), monetaria y financiera ha originado una oferta de moneda nacional excesiva, sin una contrapartida suficiente en el mercado real, dado que se desenvuelve dentro una declinación del nivel de actividad económica, junto a la reducción de las importaciones, todo lo cual genera una propensión a favor de la tenencia de divisas, el abandono del bolívar, y una acentuación de las presiones inflacionarias. Persiste entonces un desequilibrio monetario por la concurrencia simultánea de un aumento en la oferta de dinero con caída de su demanda, dada la reducción del tipo de interés local y la propia caída del PIB real desde el 2009.
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Darwin Alvarado
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